La colaboración creativa entre Leonora Carrington y Remedios Varo es un caso único en la historia del arte. La profunda amistad que compartieron a partir de su llegada a México en la década de 1940, estuvo marcada por una intensa búsqueda espiritual y por afinidades intelectuales y estéticas que se plasmaron en un cuerpo de enigmáticas obras.
Valiéndose de una novedosa estructura narrativa y una magistral técnica pictórica, Carrington y Varo concibieron un poderoso conjunto visionario de pinturas y escritos que representan mundos alternativos, donde las relaciones de espacio y tiempo se trastocan y la línea divisoria entre lo real y lo imaginario parece borrarse.
Sus lienzos están poblados de personajes y escenas misteriosas, que desempeñan con frecuencia una función simbólica. En sus pinturas se establece un diálogo extraordinario fincado en una visión compartida y al mismo tiempo profundamente personal.
Remedios Varo tuvo un riguroso entrenamiento académico que es evidente en su forma de trabajar. Visualizaba la idea antes de comenzar a pintar y trataba de ajustarse a la imagen que se había formado. Estas imágenes se plasmaban en bocetos preparatorios, trazados con un cálculo matemático perfecto, que posteriormente eran calcados sobre la tabla o tela, para ser pintados al óleo.
Leonora Carrington, le dio un gran énfasis a la técnica pictórica, lo que la llevó más adelante a experimentar con el uso del temple con huevo, que le permitía crear tonalidades más brillantes y sus pinturas denotan un estilo más libre y espontáneo con pinceladas díáfanas, menos precisas y una rica paleta de colores.