Cuando hablamos de astrología todos los que tenemos algún contacto con este conocimiento sabemos que estamos hablando de un lenguaje simbólico cuyo tema principal es nuestro sistema solar. Sin embargo, a medida que el cuerpo de conocimiento de esta disciplina se va enriqueciendo, y un mayor número de personas se dedican a estudiar y practicar astrología, la interacción de los astrólogos se va complicando y cada vez se hace más difícil que unos entiendan a otros.
La vastedad de información y de puntos de vista obliga a tomar en consideración cierta información y a dejar de lado muchas otras técnicas que no pueden ser asimiladas, ya sea por falta de tiempo, de interés, o porque no obedece a los fundamentos filosóficos que aceptamos y con los que resonamos.
Uno de los puntos de vista que actualmente tiene gran difusión es lo que se conoce como astrología psicológica. Su objetivo es acercar a ambas “ciencias” hasta convertirlas en una fuente única de conocimiento. De tal forma, que a veces no sabemos si el psicólogo ocupa la astrología para reducir el tiempo y hacer más eficiente el proceso de consulta, o es el astrólogo el que ocupa la psicología para transmitir de forma empática y útil lo que el consultante necesita saber. Es por ello por lo que para muchos astrólogos hablar de astrología psicológica es redundante y casi un pleonasmo.
Con el paso del tiempo la astrología psicológica ha ido introduciendo nociones, definiciones y terminología de diferentes teorías psicológicas para explicar conceptos astrológicos. Este es el caso de los mecanismos de defensa.