Toda tradición espiritual tiene dos aspectos: el manifiesto, que se puede observar a través de los edificios, rituales, festividades, escrituras y que tiene como objetivo aportar un sentido de orden, de moralidad y de poder superior y el oculto, que contiene los principios y la esencia que dan origen a las expresiones manifiestas dependientes del tiempo y del lugar donde se difunden. La Kabbalah es la parte de la tradición judía que trata de estos aspectos ocultos.
Hay que resaltar que el término oculto se refiere a experiencias y actividades que no pueden compartirse, como la de un orgasmo, del sabor de una fruta, del amor o del miedo.
Kabbalah es un término hebreo que significa recibir, ¿pero recibir qué, de quién o de dónde? La Kabbalah práctica y especulativa utiliza como vehículo de contemplación el diagrama llamado Árbol de la Vida. Parte del principio de que la existencia puede considerarse dividida en cuatro niveles y que cada uno de ellos tiene una columna central y dos columnas laterales: una activa, una receptiva. El cuerpo humano estaría entonces diseñado a imagen y semejanza de la existencia misma. Estas divisiones son sólo una convención, pues la idea de la unidad está siempre atrás de la aparente multiplicidad.