Los planetas retrógrados han sido considerados por muchas vertientes astrológicas y por más de uno de nosotros como maléficos o cuando menos molestos. Más de uno de nosotros ha sufrido las consecuencias de haber comprado algún aparato eléctrico con Mercurio retrógrado o haber iniciado un trámite inaplazable. También le hemos temido a la retrogradación de Saturno en tránsito encima de un punto importante de nuestra carta o podemos preguntar a una persona con Venus retrógrado cómo ha sido su vida amorosa.
Desde hace mucho tiempo, la astrología se ha ocupado de este fenómeno, por ejemplo en la época precolombina los mayas se guiaban predominantemente por el ciclo de Venus. Esta cosmogonía relata una transformación importante de la deidad y su participación en luchas cruentas, toda esta parte del mito se iniciaba cuando Venus se ponía Retrógrado.
En la astrología occidental, Ptolomeo pensaba que un planeta retrógrado perdía fuerza o tenía un menor efecto. A través de los años, astrólogos como Liz Greene, Howard Sasportas, Robert Hand, Erin Sullivan, Bill Tierney, Ezequiel Sánchez, Dolores Ferrer y muchos otros han aportado miradas más complejas sobre este fenómeno, retomando algunos puntos de vista de pensadores más antiguos.
La retrogradación es una ilusión óptica en la que parece que un cuerpo va hacia atrás y se da por las variaciones de la velocidad de los cuerpos celestes. Este fenómeno tiene una fase llamada estacionaria, que es el periodo en que el planeta parece que no tiene movimiento y se da cuando va a cambiar de dirección: es decir cuando un planeta directo se va a poner retrógrado, o cuando estando retrógrado va a pasar a ser directo.