Desde tiempos ancestrales, en los inicios de la humanidad se puso especial atención al movimiento del Sol y la Luna, ya que en sus movimientos cíclicos se manifiesta el mutuo juego de las dos polaridades: masculino-femenino y del impulso vital de la vida sobre la Tierra. En el principio, cuando la humanidad vivía aun esencialmente en el nivel biológico de la manifestación de este impulso vital, se tomaba este mutuo juego como la base del comportamiento de los deseos y de los sentimientos humanos.
Cada actividad terrestre estaba regulada según los ritmos Sol-Luna. En esa época, la humanidad no tenia aun, un ego consciente como personas, pero sí en tanto como elementos de naturaleza humana que creían que, para ser felices, debían estar de acuerdo con la voluntad celeste en cuerpo y deseos. Esta voluntad celeste manifestaba su poder creador a través de los ritmos del Sol y la Luna y se creía también que la fuente de esta voluntad se encontraba en las jerarquías creadoras que constituían el zodíaco de la época.
El Sol y la Luna representan los principios de paternidad y de maternidad. Pero las dos luminarias son diferentes de los planetas; forman una polaridad, el polo positivo y el polo negativo de toda su naturaleza, la personalidad entera. El Sol como la luminaria del día y la Luna como luminaria de la noche, ambas representan el poder de la vida, por lo que se les atribuye una clara y definida influencia sobre la naturaleza y poco después, al considerar que todos los planetas están relacionados con el carácter, las enfermedades, ambiciones, relaciones sociales, muerte y todos los acontecimientos de la vida humana.
En el ser humano la Luna tiene gran influencia en un sinnúmero de manifestaciones aún desconocidas o que no se les ha querido relacionar. La Luna no difunde luz propia, pero si refleja la luz solar, como si se tratara de un espejo. Esto no se pone en duda, ya que lo podemos comprobar periódicamente cuando se oculta el astro solar.
Las fases de la Luna resultan de la configuración variable entre el cielo, el mes sinódico y los tres astros: Sol, Luna y la Tierra. En nuestro sistema solar el Sol y la Luna han de ser considerados como una pareja, representan las dos polaridades por las que ha evolucionado la vida en este planeta. Existe una clara y definida influencia sobre la naturaleza y junto con los demás planetas se relacionan con los eventos que se dan en la Tierra.