Hoy asociamos al amor con el concepto de amor romántico, y creemos que es una vivencia que todos deberíamos tener, así como también que el hecho de estar enamorado debe conducir al matrimonio. Además, existe el mito de que la intensidad romántica y erótica que se compartió al principio de la relación es algo que debe mantenerse por siempre.
Tal pareciera que la idea que se tiene en nuestra sociedad del amor romántico y del matrimonio se ha mezclado con el concepto cristiano de la salvación, tanto que la frase (subtítulo de una película romántica) “Sólo una vez en tu vida encontrarás a esa persona única que te hará cambiar para siempre” puede referirse tanto a una persona objeto de nuestro amor, como a Jesús mismo… Hemos confundido el amor personal con el amor interpersonal y con el amor transpersonal. El lío se arma cuando mezclamos los tres y esperamos que se den simultáneamente en una única relación.
Para entender el funcionamiento sicológico de los signos, se echa mano de los arquetipos mitológicos griegos.
Los antiguos griegos no utilizaban una sola palabra para referirse al amor. Se referían a él de diversas maneras: epithemia, philia, eros y ágape, cada uno con diversas características.