Hasta el siglo diecinueve, dice Campuzano, la vida amorosa era tema de poetas, filósofos y normatizadores religiosos o legos. Durante el siglo veinte se acumularon, gradualmente, conocimientos científicos y técnicos en este capítulo humano tan importante y tan cotidiano, construyendo, así, una psicología de la vida amorosa.
Cualquier abordaje de las parejas contemporáneas, o de los individuos que viven en pareja, debe tener en cuenta la evolución histórica en este campo, con su expresión singular en cada uno, producto de la diversidad de influencias familiares y culturales, ya que los seres humanos se ubican en la evolución histórica de las costumbres de manera desigual: algunos individuos y parejas responden a modelos pasados y otros viven patrones emergentes.
El comportamiento humano es determinado por el interjuego de dos grandes fuerzas: las de la naturaleza, que dan lugar a la presión de las pulsiones individuales, tanto sexuales como agresivas, que buscan su expresión y descarga, y por el otro, una respuesta de coacción social, que genera diversos temores, normas morales e ideales con capacidad de interiorizarse, que buscan la regulación de las pulsiones de los individuos. Ambos niveles, el institucional y pulsional, participan en la elección y el mantenimiento de la pareja, así como en la determinación de su ruptura cuando esto llega a suceder.
Bajo la premisa de que dicho conocimiento, que tiene su origen en el campo de la sicología, pudiera ser útil a astrólogos cuya primera profesión no queda comprendida dentro de dicho campo, se presenta el día de hoy. En particular, siguiendo tesis de Campuzano sobre la determinación pulsional y social en llos cambios de la pareja humana, se presentan los períodos históricos más trascendentes y su caracterización.